martes, 22 de abril de 2014

Mis libros favoritos: #21 "La historia interminable" de Michael Ende

Un niño que sufre las contínuas burlas de los demás niños se refugia en un libro. La idea de los libros como consuelo, escondite, lugar de paz y descanso, amigos, fortaleza, etc me rechifla. Y no sólo eso, porque en esta historia el mundo de fantasía y el real interactuarán de una manera como no lo había hecho antes ningún libro que yo hubiera leído. La historia interminable es mi historia interminable y la de muchos otros, quienes buscamos en los libros algo que la realidad no nos proporciona, y al mismo tiempo relacionamos nuestra vida real con las historias de los libros. Ya lo decía una frase que leí sobre videojuegos y que se puede aplicar a los libros: "soy gamer (aquí lector) no porque no tenga vida, sino porque elijo tener muchas". 


Tendría unos 12 o 13 años cuando lo leí. De nuevo fue un libro prestado por mi prima. Trataba sobre Bastian, un niño que, huyendo de los demás niños que le hacían la vida imposible, "robó" un libro de una librería y se fue a un cobertizo (según creo recordar) y comenzó a leer a la luz de una vela. Aquel libro era La historia interminable y hablaba de un mundo, Fantasía, que estaba empezando a ser invadido por la Nada debido a la extraña enfermedad de su Emperatriz. Asustada, la joven pide ayuda a un muchacho, Atreyu. A partir de aquí empiezan las aventuras de las que seguro que todos recordáis de la película a esa especie de perro-dragón volador blanco, Fujur (o Fuyur). 

Lo que más me gustó de aquella lectura fue que el texto tenía dos colores: rojo y verde. No recuerdo cuál era cuál, pero ambos colores se usaban para diferenciar la narración principal, la de Bastian y el mundo real, de la narración del libro que lee Bastian, el mundo de fantasía. Os prometo que me encantaba cambiar de color, sobretodo esas interrupciones del mundo real cuando estaba leyendo la historia de Atreyu. Me hacian darme cuenta de que yo también estaba allí leyendo y de alguna manera que no podría explicar me sentía parte de la historia. A las dos del libro habría que sumar la mía propia leyendo aquel ejemplar prestado, porque verdaderamente estaba disfrutando de lo lindo. 

De verdad, para tener la corta edad que tenía, leer La historia interminable fue mágico. Si ahora releyera la obra seguro que la disfrutaría, pero de otra manera. Aquella vez se abrió ante mi un nuevo mundo, una nueva dimensión de diversión. Emplear horas a solas en mi habitación leyendo no era para nada una pérdida de tiempo. Ni lo sigue siendo ahora. Porque lo he dicho al principio, no tengo sólo una vida, sino que tengo muchas. ¡Cuánta pena me dan quienes no ven en los libros más que un montón de páginas escritas que les van a quitar tiempo! Si ellos supieran lo que se pierden...

¡Hasta el próximo post!

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