Buenos días de Diciembre!
Por fin nos adentramos en uno de los meses más esperados del año. Para muchos de nosotros, la Navidad es un tiempo de compartir, de disfrutar en presencia de tus seres queridos, de transmitir alegría. Corren tiempos difíciles, me atrevería a decir que de los más complicados de este país. Los titulares de las noticias no traen nada bueno. Acabaremos un año que ha sido funesto para muchos españoles. Por supuesto que no quiero dejar la realidad de lado, pero prefiero afrontarla de una manera lo más positiva posible. Por ello, aquí estaré todos los días de este mes para tratar de alegraros el día con alguna sorpresa.
Si cotilleais el blog, veréis que llevo haciendo esto dos años. La primera vez que lo hice no me salió muy mal, pero el año pasado me dejé el calendario a medias. Esta vez trataré de cumplir mi promesa y estar aquí cada mañana para sorprenderos. Y sin más rollos repollos, comienzo con la sorpresita de hoy!
Se trata de un cuento que leí el otro día en una página de Facebook. Me gustó tanto, a pesar de su simpleza, que os lo traigo hoy y con mis propias palabras. Nada de hacer un copia y pega, que eso al final pierde mucho e igual ni lo leeis. Voy a ejercer de cuentacuentos y voy a contaros este cuento: ¿Por qué el mar es salado? Allá voy, a ver qué sale:
Había una vez una chica muy hermosa que vivía en una pequeña casita con su familia. Pero la muchacha vivía apenada porque su familia era pobre y muchas veces no tenían nada para comer.Un día, paseando por el bosque, la hermosa muchacha encontró a una anciana que estaba recogiendo setas. La anciana se fijó en ella. ¿Cómo una chica tan bella podía tener esa cara tan triste? Sin pensarlo dos veces, la buena mujer le preguntó a la chica el motivo de su tristeza y ésta le contó lo mal que lo pasaba su familia. Y veréis, desde ese momento la suerte de la muchacha cambió para siempre, porque aquella anciana resultó ser una poderosa bruja. Pero no una bruja mala, sino una bruja buena. Le dió a la muchacha una bolsa sucia y rota y le dijo: "Esta no es una bolsa cualquiera. Es una bolsa mágica y puede darte aquello que más quieras. Sólo tienes que decir las palabras mágicas "Bolsa bolsera, dame lo que más quiera" y ahí lo tendrás. Cuando ya tengas lo que quieres tienes que decirle a la bolsa "Bolsa amada, cierra y para""En cuanto llegó a casa, la muchacha quiso comprobar si aquello era cierto y le dijo a la bolsa: "Bolsa bolsera, dame lo que más quiera" y entonces la bolsa se llenó de comida. Cada vez que la chica vaciaba la bolsa, ésta se llenaba con más y más comida. Así, pasados unos días, pudo llenar la despensa de su casa de comida para varios años. Su familia ya no pasaría más hambre y podrían vivir felices. Así que como la bolsa había cumplido su deseo, la chica dijo las palabras mágicas: "Bolsa amada, cierra y para" y así guardó la bolsa para no volver a usarla más. Pero la fama de la bolsa se extendió por todo el pueblo, y luego llegó su historia a más pueblos. La bolsa se hizo muy muy famosa.Un buen día, un grupo de marineros llegaron a la ciudad. El capitán del barco, un hombre muy alto y fuerte, había venido a la ciudad en busca de esa famosa bolsa de la que todo el mundo hablaba. Así es como fue a casa de la muchacha y le pidió la bolsa. Como ella ya no la necesitaba más, aceptó entregársela y le explicó cuáles eran las palabras mágicas que necesitaba saber para usar la bolsa. El capitán no prestó mucha atención, pues ver que tenía en sus manos aquella mágica bolsa le había distraido un poco.Al día siguiente, el capitán y el resto de la tripulación de su barco se hicieron a la mar. Se dirigian a una isla muy lejana para recoger sal. Tras unos días navegando y viendo que aun les quedaban muchos días de viaje, el capitán pensó: "Con esta bolsa mágica puedo conseguir la sal que necesito ahora y así no tendremos que ir a esa isla tan lejana y podremos volver a casa antes". Así pues, dijo las palabras mágicas: "bolsa bolsera, dame lo que más quiera" y de la bolsa empezó a salir sal, mucha sal.
Cuando ya habían llenado muchos barriles con sal, el capitán pensó que era momento de parar la bolsa. Pero de repente, cuando fue a decir las palabras mágicas para pararla, se dió cuenta de que no se acordaba de ellas. "Bolsa bolsita, cierra esa boquita... No, así no era... Bolsa querida, deja de darme la sal requirida.... No! tampoco..." El capitán intentó pararla, pero no daba con las palabras adecuadas. Pronto el barco se llenó de sal, tanta sal que hizo que se empezara a romper. No había vuelta atrás, el barco se estaba hundiendo y todo lo que en él había se fue al fondo del mar. Y es allí, en el fondo del mar, donde aun sigue la bolsa mágica sacando sal. Por eso el agua del mar es salada.
Me ha encantado el cuento.^^ mañana va a venir mi sobri a casa, así que se lo voy a contar. Ya te comentare su reacción.:P
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