2012, un año que nunca olvidaré. Haciendo balance ahora de las cosas buenas y malas, son tantas y tan importantes las buenas, que no puedo sino decir que este ha sido un gran año a nivel personal. Si pienso hoy en todo lo que he conseguido, creo que puedo estar muy satisfecha y orgullosa de mí misma. Pero empecemos por el principio, que este optimismo no viene solo.
Recibí este año de una forma un tanto extraña. Estábamos en Newcastle con amigos y sin televisión, ni radio, ni un reloj que nos marcara la hora exacta. Nuestra única guía para saber cuándo entrábamos en los últimos segundos del año era el reloj del ipad de mi hermano. Cuando éste marcó las 23:59 empezamos a contar mentalmente los segundos y cuando quedaron 10 iniciamos una cuenta atrás de viva voz. Nunca sabremos si la hicimos o muy atrasada o muy adelantada, pero fue una entrada al 2012 diferente, especial, bonita, pues cuando nuestra cuenta llegó a la hora en punto nos abrazamos todos los allí presentes.
El día de año nuevo también fue especial. Es más, pensándolo ahora en este último día del 2012, creo que ese primer día me auguraba ya cómo acabaría 12 meses después. Y es que aquel 1 de enero de 2012 nos fuimos todos los amigos a andar por varios parques en Newcastle. Y cuando digo parques, hablo de algo muy parecido a un bosque, pues allí en el Reino Unido hay mucho verde y aprovechan. Aquella mañana crucé un río por unas piedras, vi una cascada, subí y bajé por laderas llenas de árboles y gente paseando. Con lo poco que por aquel entonces me gustaba andar, quién me iba a decir a mi que acabaría el año comiéndome el mundo de esa manera. Increíble.
De vuelta en España me esperaba mi trabajo, al que pensé le quedaban dos días. Por aquel entonces estaba trabajando en un instituto en Benidorm. Estaba cubriendo una baja que acabaría a finales de mes. Pero qué suerte tuve. No sólo la baja no se acabó ahí, sino que pude seguir trabajando hasta abril, cuatro meses más. Aquello fue una gran sorpresa para mí, pues estaba muy a gusto en ese centro y no quería marcharme. Aprendí muchísimo, ya lo mencioné en otro post. Después de las vacaciones de Semana Santa mi trabajo acabó en ese centro, pero no me fui de Benidorm, pues unas pocas semanas después comencé a trabajar en otro instituto de la ciudad, uno en el que ya había estado trabajando la primera vez que ejercí de profesora hace ya unos pocos años. Volver, esta vez más curtida, al lugar donde empezó todo fue muy raro pero beneficioso para mí. Comparé mi nueva soltura con aquella que tenía dos años antes y me di cuenta del gran cambio que había experimentado para mejor. Vamos, llegué a mis vacaciones de verano más contenta que unas castañuelas.
Y llega septiembre, época de empezar de nuevo, de volver a la realidad y centrarse. Dos palabras se cernían sobre mi: recortes y crisis. A día de hoy sigo sin trabajar y no creo que lo haga ya en todo el curso. Son cuatro meses en los que mi vida ha pegado un gran cambio. No voy a decir que dé gracias de estar sin trabajo porque suena muy feo, pero sí es cierto que de no ser por eso no habría hecho nunca lo que he hecho. Los que me conocéis ya sabéis a qué me refiero, pero por si acaso lo explicaré.
16 de septiembre. Pasaba de la mitad del mes y la cosa con el trabajo no marchaba bien. No tenía tampoco otras cosas que hacer, pues no me había apuntado a ningún curso ni nada. Y justo ese día se cumplían 5 años desde que me había ido a Irlanda. Me puse a ver fotos de entonces, fotos en las que mi aspecto no era el que tenía en el presente. Y es que desde que regresé a España empecé a engordar muchísimo. Y ya no se trataba de la apariencia, sino de la salud y el bienestar. Ya no podía hacer determinadas cosas bien y en algún momento tendría que tomar cartas en el asunto seriamente. Ya había intentado otras veces ponerme a dieta, pero no había conseguido más que perder el tiempo. No sé muy bien por qué esta vez fue diferente, pero así fue. Di un golpe en la mesa y me prometí a mí misma hacer algo. Saldría a andar por la mañana temprano al día sigueinte. Mi primera sorpresa fue precisamente eso, madrugar aquel día para irme a andar. Me levanté a las 7:30, me puse el chandal y allá que me fui. Y así todos los días de esa semana. Y en eso estoy ya casi cuatro meses. Ahora me siento muy bien. Me cuido en la comida, no pico entre horas, hago ejercicio y practico algunos deportes. He perdido 12 kilos y muchos más que espero vengan detrás en este nuevo año. Pero eso lo dejaré para mañana, cuando escriba sobre mis propósitos para el 2013.
Y estas son las cosas que han eclipsado mi 2012. Por eso digo que ha sido un año muy bueno. Pero no sólo han sido buenas esas cosas. También en este año he conocido a gente nueva, he viajado, he ido a un señor concierto, he descubierto nuevas aficiones y redescubierto otras que ya tenía como los cómics, he disfrutado jugando a juegos nuevos con mis amigos, etc. Por supuesto que ha habido cosas no tan buenas. No puedo decir que hayan sido malas, pues para mi algo así se traduciría en enfermedad de mis seres queridos y, afortunadamente, no hemos tenido que lamentar grandes cosas. Doy gracias a Dios por haber ayudado tanto a mi familia este año, hemos podido salir de la adversidad y llegar a las puertas de este 2013 con buena nota. Así pues, no han habido cosas malas este año. Sí ha habido situaciones difíciles, pero creo que la vida se trata de eso, de atravesar malas rachas y crecer tras ellas. He cometido muchos errores, pero creo que he aprendido bastante de ellos, a eso me refería con crecer. Además, en todas esas ocasiones en las que he podido meter la pata he actuado siempre de buena fe, pensando que hacía lo que creía justo. En ese sentido tengo la conciencia tranquila. No quiero ponerme refranera, pero en esta vida todo tiene solución y, aunque no la veamos a priori, tiempo al tiempo. Éste todo lo cura y, al fin y al cabo, las dificultades forman parte de nuestro crecimiento como personas. Y que conste que todo esto es a nivel personal, pues para el resto de la gente este año quizá esté siendo nefasto. La crisis aprieta y muchas familias en este país no lo están pasando nada bien. Mis palabras de optimismo quizá no tengan ningún valor para ellos, pero a mí personalmente me funcionan.
En fin, poco más me queda por decir de este 2012. Lo acabo con unas fuerzas tan grandes que tengo ganas de comerme este 2013, de hacer grandes cosas. Pero de eso mejor os hablaré mañana.
FELIZ AÑO NUEVO !!!! Nos leemos el próximo año ;)
Me ha encantado tu entrada y sobretodo... ese optimismo! No lo pierdas nunca.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz año nuevo, Miriam!!