viernes, 28 de junio de 2013

Oídos sordos

Acabo de llegar a casa un tanto molesta. Vengo del banco. "No me digas más", pensaréis. Es cierto que en los días que corren, mencionar el banco es sinónimo de algo no muy agradable, pero lo que me trae hoy aquí es algo diferente, podría haber pasado (y seguro que pasa) en cualquier otro lugar.

Veréis, he acudido al banco a hacer unas gestiones. La máquina que da los números de turno estaba estropeada, así que, como buenos ciudadanos, quienes estábamos allí hemos ido pidiendo la vez y estableciendo un orden. Aunque a priori parecía no haber nadie en la cola, al final he tenido que esperar la friolera de 40 minutos para que me atendieran, pues sólo había una persona en el mostrador de caja. Y si yo he esperado 40 minutos, quienes venían detrás mía aun tendrían que esperar mucho más. El caso es que de repente, tras llevar 30 minutos allí, ha venido una chica que tendría alrededor de 40 años y ha querido "ir a hacer una pregunta" y pasar antes que todos los que estábamos esperando. Por lo que ella misma hablaba con la persona que la acompañaba, no tenía pinta eso de ser una simple pregunta. Vamos, que quería colarse así por todo el morro. Se ha acercado a quienes estábamos a punto de ser atendidos para pedirnos amablemente si podía pasar a "preguntar". Tanto yo como el señor que iba dos sitios detrás mía le hemos dicho que sí, por no oirla más que nada. Pero la mujer que tenía justo detrás de mí ha dicho que no. Y aquí es donde viene todo el percal.

La chica de la "pregunta" nos lo ha pedido de buenas maneras. Y de las mismas buenas maneras dos personas le hemos dicho que sí y otra que no. La que se ha negado lo ha dicho en buen tono y sin hacer reproches tipo "te quieres colar", que era lo que todos pensábamos; simplemente es una persona que lleva más de media hora allí y, además de estar cansada, igual tiene prisa. Bueno, pues la chica de la "pregunta" se ha pillado un buen rebote y ahí es cuando se ha delatado ella solita, pero además ha demostrado ser de ese tipo de personas que, por duro que suene, son escoria para la sociedad. ¿Qué ha pasado? Pues ha pasado que la mujer que se ha negado era una inmigrante de origen marroquí y la de la "pregunta" era española, racista para más señas. De su boca de "ciudadana española que se cree mejor que tú, inmigrante" han salido una ristra de barbaridades racistas que me han hecho sentir rabia. Rabia porque nadie ha tenido el valor de decirle lo maleducada que estaba siendo, rabia por haberle querido ceder el turno segundos antes, rabia por saber que la mujer inmigrante estaba oyéndolo todo y sintiéndose discriminada, rabia en general por la injusticia que se estaba cometiendo. Empezar a mezclar lo del turno con un racismo tan injustificado me parece caer muy bajo. Me consuela que la engreída de turno no se ha salido con la suya y se ha tenido que poner a la cola, al final de la cola. Si ha decidido esperarse a hacer su pertinente pregunta, seguro que aun sigue allí sentada con su mala leche, aburrida.

 Ha sido una situación muy violenta, de esas cosas que no agrada ver y que entristece a cualquier persona educada con dos dedos de frente. Y lo triste de todo esto es que, a pesar de ser un incidente aislado en la cola de un banco esta mañana, es también algo que sucede todos los días y en cualquier lugar. Se dice que hay tontos en todos lados, pero es que cada día hay más. ¿Qué le pasa a esta sociedad? Decir que se es una persona educada para muchos es ya una falacia convertida en coletilla, ahí a mano para usarla en todo momento. En fin, me apenan mucho estas cosas. He llegado a casa sintiendo que tenía que denunciarlo y así lo estoy haciendo. Me habría gustado girarme y decirle a la mujer marroquí que no se preocupara, que no hiciera caso a una tonta, que no todo el mundo es así de intolerante, que aquella que la estaba llamando injustamente maleducada estaba demostrando serlo y que, en definitiva, a palabras necias, oídos sordos.

1 comentario:

  1. Miri, como bien dices, tristemente ocurre todos los días... esa mujer (la de la pregunta) no habrá salido de su pais en la vida, y sus hijos tendrán trabajos ahi en España, y ni se le pasará por la cabeza en verse ella o a alguno de los suyos en la situación de la otra chica marroquí.
    No hay que callarse, hay que denunciarlo. La próxima vez ya verás como saltarás, con mucha educación, pero saltarás...

    ResponderEliminar