sábado, 1 de junio de 2013

Euforia compartida

Viernes por la noche. En realidad ya es sábado, pasan de las 12. Llego a casa emocionada por lo que acabo de experimentar y unas ganas locas de contaros lo que me ha pasado se apoderan de mí. 

Vengo de ver un partido de baloncesto entre el Lucentum y el River de Andorra. Hasta ahí podéis pensar que tampoco es para tanto, pero ¡qué partidazo, señores! Hemos ganado de un punto en el último segundo con un triple de infarto que ha levantado al estadio entero. Y es que nos jugamos el ascenso a la Liga Endesa. La emoción por ver al equipo hacerlo bien y ganar es impagable, pero si la mezclamos con la auténtica tensión que se ha vivido por ir perdiendo en los últimos segundos y el pesimismo que casi asomaba, os diré que han sido los 10 euros que mejor he invertido en la vida. 

Nunca antes había ido a ver un partido de baloncesto en vivo y en directo. Siempre los veo desde casa, desde el sofá más concretamente; en la tele y con su picoteo para acompañar. Hoy ha sido la primera vez que mi perspectiva era desde una grada y rodeada de gente. Y ha ocurrido todo por casualidad. No imaginaba para nada esta mañana cuando me he levantado que acabaría pasando una grandísima tarde-noche y llegaría a casa tan eufórica. La sensación que se experimenta es completamente diferente. Me he emocionado, se me han puesto los pelos de punta. 

Al principio no he formado parte de los gritos de la grada, me limitaba a aportar mi granito de arena aplaudiendo. Pero desde la mitad del partido en adelante, conforme aumentaba la tensión entre el gentío, me he ido soltando un poco más y he acabado uniendo mi voz a los gritos de todos los aficionados. Tanto es así que aun me duele la garganta un poco. Y para mí, que esas cosas me dan un poco de vergüenza, ha supuesto todo un logro el que me soltara un poco y me dejara llevar por la emoción. Las palabras se me quedan cortas para expresar todo lo que pasa por mi cabeza ahora, pero creedme que ha sido un momento de esos que se graban a perpetuidad en la memoria. Algo legendario, vamos. En fin, que es muy emocionante compartir esa euforia con los demás, disfrutar y sufrir al mismo tiempo.

 La vida es muy corta y hay que exprimir al máximo cada minuto para sentirnos felices. Hoy se me ha presentado la oportunidad de hacer algo nuevo y la he aprovechado. Creo que repetiré experiencia, ya lo creo que sí.


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