Desde hace unos días estoy oficialmente de vacaciones, disfrutando del verano como puedo, sin sol ni playa de momento, pero yendo de aquí para allá sin parar. A ver si ahora que dispongo de más tiempo voy actualizando esto con regularidad, que ya toca. De momento voy a hablaros de cómo ha sido este curso 2010-2011 para mí, pues ha sido el primer año que verdaderamente he estado trabajando como profesora de inglés de secundaria. El curso anterior no cuenta. Tan sólo lo recuerdo por ser el de "la primera vez", el año en el que me estrené en esto de ser profesora de secundaria, pero aquello duró 13 días y no volvieron a llamarme de la bolsa. Fue experiencia, sí, pero muy breve. Este año sí que ha sido más ajetreado.
Para empezar, me llamaron por primera vez en febrero. Unos meses antes, allá por noviembre, daba la impresión de que estaban a puntito de llamarme, pero no fue así. Llegó enero y la bolsa aumentó un montón otra vez y yo volvía a tener muchísima gente delante. Cada semana que miraba a ver cómo iba la cosa me desesperaba más porque aquello no se movía casi nada. Fue bajando y yo estaba cada vez más cerca, pero sin la esperanza de que me llamaran. De repente, a principios de febrero, veo que me habían convocado en Valencia para el día 16. Como os podéis imaginar se me vino el mundo encima. Prácticamente este curso tenía que trabajar de nuevo como si fuera la primera vez, con esos nervios y esa torpeza de ser novata. Encima tenía que hacerlo en Valencia, lejos de casa, a la aventura, sin saber a dónde iba, sin saber dónde iría a vivir y sin haber ido a Valencia yo sola en mi coche nunca. Me cagué de miedo, hablando pronto y mal. Al final tuve más o menos suerte porque el instituto que me tocó no estaba nada mal y estuve poco más de una semana. Poco tiempo, sí, pero tampoco quería quedarme en Valencia mucho más porque me suponía un gasto tremendo. Aquí podéis leer más acerca de aquella experiencia.
El caso es que pensé que tardarían en volver a llamarme y no podía estar más equivocada porque me volvieron a llamar la semana siguiente y esta vez de Alicante. Después de haber estado en otra provincia, que me llamaran de Alicante fue toda una suerte, encima eran destinos que me quedaban muy cerca, Elche e Ibi. Pero esa felicidad me duró poco, porque el día que acudí a las adjudicaciones en la Consellería, como era la última persona de inglés en elegir, me quedé sin destino porque el profesor de una de las bajas ya se había reincorporado. Me sentí muy mal, sobretodo porque me tocó tomar una decisión muy importante en cuestión de segundos. ¿Volvía a la bolsa general y me arriesgaba a que me pudieran llamar de Valencia o Castellón, o restringía mi situación a la provincia de Alicante únicamente aun a riesgo de que pasara mucho tiempo para que me llamaran? Estas cosas tienen que pensarse con calma y sopesar ventajas e inconvenientes. Tener que decidir en tan poco tiempo me produjo un mareo y un malestar tremendos y, casi sin pensar, dije que me pusieran en la bolsa general. Ya estaba hecho. Ya no había vuelta atrás. De camino al coche (que estaba aparcado en el quinto pino) fui pensando cabizbaja en todo lo sucedido, había tenido muy mala suerte y me puse en el peor de los casos, en que me llamaran de nuevo de Valencia o, peor aun, de Castellón. Pero poco duró el susto porque a la semana siguiente volvieron a convocarme de Alicante y esta vez era la primera persona en elegir.
¿Se puede tener más suerte? Me estuve informando de las bajas que había y una era en Alicante ciudad y posiblemente fuera hasta final de curso. No me lo podía creer. Era tan bueno que quise llamar de nuevo al centro para comprobar que fuera cierto. Y así estuve dos meses trabajando cerquita de casa, en un instituto duro y con fama de chungo del que aprendí muchísimo. Estar con alumnos tan conflictivos en un ambiente tan tenso me vino genial para coger experiencia y agilidad en un tiempo récord. Tranquilos, no me pasó nada, de hecho todos mis alumnos fueron al final estupendos. Chungos, salvajes, indomables y maleducados en extremo, sí. Pero me han hecho inmune a todo, porque si sobreviví allí puedo con todo ya. Las dos primeras semanas fueron bastante duras, pero luego me sentí muy cómoda. Tanto ellos, los alumnos, como yo nos adaptamos perfectamente. Tras dos meses les terminé cogiendo cariño. No me despedí de ellos, sentía que me iba a emocionar, así que no les dije que su profesor volvía. Y así, a principios de mayo, de nuevo me fui a la bolsa, esta vez sin la esperanza de que me llamaran porque terminarían de convocar a gente a finales de ese mes y pensé que la bolsa habría aumentado en esos dos meses en los que estuve trabajando. De nuevo me equivocaba.
Me tocó la lotería, metafóricamente hablando. Dos días me duró eso de estar perreando en casa, porque para la semana siguiente ya estaba llamada de nuevo y de Alicante, para más inri. Estaba que no me lo creía. Y otra vez los destinos eran cerca. Elegía la última, con lo cual me tocaría quedarme con lo que nadie quisiera, pero me daba igual porque por lo menos iba a trabajar. Alcoy fue el destino que me tocó.
Llegué al instituto sin saber nada acerca del puesto que iba a cubrir. Cuando hablé con el director y me dijo qué cursos tenía y mi horario no me lo podía creer. Todas mis clases serían a ciclos formativos de grado medio y superior y la baja sería ya hasta final de curso. Enseguida empecé a hacer mis cálculos. "Primeros de mayo... con lo cual son dos semanas y pico este mes... todo junio... eso es algo así como mes y medio... ¡Pero qué suerte tengo!" Y eso no era todo, que lo mejor estaba por llegar. He estado todo este tiempo trabajando en el departamento de comercio, porque los ciclos estaban en otro edificio y todas mis clases eran allí, y me han tratado como una reina, colmándome de atenciones. Mis compañeros han sido todos geniales, atentos y simpáticos. Mi estancia allí ha sido muy agradable gracias a ellos. Por otro lado, mis alumnos han sido también un amor. Para que os hagais una idea, la media de edad estaba en unos 23 años, con lo cual mis clases han sido en un ambiente agradable, tranquilo y sin sobresaltos. Además, prácticamente habían completado la programación del curso, con lo cual pude hacer actividades mucho más originales y divertidas y que se salieran un poco del temario. Por lo que comprobé luego, ellos se lo han pasado muy bien y yo he disfrutado como la que más. Hasta me apunté a todas las comidas/cenas que se organizaron de alumnos y profesores. Era la primera vez que llegaba a un final de curso y quería ver cómo era eso de agobiarse con papeleos finales, pero también participar de esos momentos de estar juntos y hacer balance de todo el curso en otros ambientes más relajados y distendidos. Me ha gustado. Mucho. Alcoy me ha dejado huella, sin duda.
En fin, como veis empecé fatal el curso pero terminé muy bien y muy contenta. Ha sido un año para recordar, un año para coger experiencia, un año para mejorar como profesora, un año para darme cuenta de lo mucho que adoro esta profesión. A ver si el curso que viene tengo igual o más suerte que este.
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