Se acabó. Mi paso por Aldaia ha sido fugaz, aunque ha sido más tiempo del que me esperaba.
Como ya conté, llegué a Valencia llena de incertidumbre por no saber a dónde iba ni cuánto tiempo iba a estar fuera, lejos de mi casa. Fui de las últimas en elegir destino el día de las adjudicaciones. Me quedaron 3 lugares para elegir: o pegada a Castellón, o pegada a Alicante o en un pueblo pegadísimo a la ciudad de Valencia. Ya que estaba en Valencia, decidí escoger esta última opción y quedarme por allí. No sé el tiempo que habría podido estar en cualquiera de los otros dos sitios, pero es lo que tiene ser tan novata y que de un día para otro te saquen de la tranquilidad de tu rutina y te lleven vete tú a saber dónde. Pues nada, decidido, Aldaia.
Hasta el día siguiente no me incorporé al centro. Era la segunda vez que llegaba a un centro. Traté de evitar que se me viera la cara de susto al ser novata, pero una vez más mis nervios me delataron. A ver si para futuras ocasiones actúo con más naturalidad, tomo nota de todo, que la experiencia sirve para aprender y mejorar. En fin, a lo que iba, que llegué, me presenté, rellené unos papeles y enseguida me presentaron a algunos profes del departamento de inglés, quienes muy amablemente me explicaron qué grupos tenía, cuál era mi horario, me dieron los libros, me enseñaron el centro, etc. Mucho de golpe, pero las cosas funcionan así, por eso ya empecé ese mismo día con mis clases.
Lo primero que tuve fue una guardia con un 1º de Bachillerato de 40 alumnos. Me quise morir, pero salí de la situación como pude. Además, ese grupo era de los míos, a los que tenía que darles inglés, así que aquello fue como una primera toma de contacto. Horas más tarde los vería en clase, aunque a la mitad de ellos solamente, cosa que me permitió respirar más tranquila. Fue un jueves bastante tranquilo en el que me sentí muy a gusto, pero había un "pero". Cuando llegué, la jefa de estudios ya me advirtió de que el lunes, es decir, 4 días después, la profesora a la que sustituía seguramente se volvería a incorporar, pues lo que tenía era un esguince y ya llevaba dos semanas de baja. Sí, así de bien trabajan en la Consellería de Educación. Uno se da de baja y pasan 2 semanas hasta que llega alguien que, quizá como yo, venga desde lejos y le fastidie tener que oir que tan sólo estará 5 días (los fines de semana cuentan como día trabajado). Me dio una mezcla de rabia, impotencia y pena, pero no podía hacer nada.
Volví el fin de semana a Alicante, pues llevaba en Valencia desde el martes anterior. El lunes, último día que tenía que trabajar, me levanté a las 5 de la mañana para coger el coche y marchar a Aldaia, porque a las 8 tenía clase. Me llevé una maleta con algo de ropa a desgana, pero por si acaso, y menos mal que lo hice porque al final se obró el milagro: a la profesora a la que sustituía no le habían dado el alta, por lo que continuaba una semana más. La verdad que a priori no me lo tomé con el entusiasmo que se merecía porque me había pasado los días mentalizándome de que aquello se acababa ese mismo día. De repente me vino la imagen de una maleta en la que no había metido casi nada y de que no tenía alojamiento. Rápidamente me metí en internet y pude comprobar que justo al lado del instituto había un hostal. Llamé para preguntar si había sitio y tuve suerte, además, era un sitio barato. Problema solucionado.
Así me pasé toda la semana, en un hostal que al principio me pareció lo más cutre del mundo, pero del que luego estuve bastante satisfecha. Es que teneis que entender que el día que llegué lo hice asustada por tener que quedarme toda la semana y me metí ahí porque era la única opción factible en esos momentos. Vamos, como si me agarrara a un clavo ardiendo, y claro, me pareció un sitio cutre, oscuro y triste. Pero conforme pasaron los días me fui acostumbrando. No estaba tan mal. Por las mañanas me iba a trabajar y cuando llegaba por la tarde dejaba las cosas, me iba a comer al centro comercial y volvía para ver la tele de sobremesa, echarme un ratico la siesta y luego conectarme a internet en los ordenadores que había. Me aburrí en muchas ocasiones, pero como tuvimos una semana bastante ajetreada con exámenes, me tocó corregir. Encima eran redacciones y eso llevaba mucho más tiempo de corrección. Vamos, que me mantuve ocupada todo el tiempo.
El viernes, mientras me volvía a Alicante, me llamaron de la secretaría del centro para informarme de que le habían dado el alta a mi profesora. La verdad es que fue un fastidio, porque si la mujer hubiera ido al médico el lunes, yo habría cobrado el fin de semana y el lunes, es decir, 12 días de trabajo. Pero siendo así, únicamente constará en mi hoja de servicios que he trabajado 9 días. Además, si hubiera estado en el centro el viernes y hubiera recogido el papel de mi cese, podría haberlo tramitado en la Consellería y haberme incorporado a la bolsa el viernes, pudiendo ser llamada de nuevo ese mismo día para la semana siguiente. Pero como me había marchado ya, me tocó volver el lunes a Valencia y tramitarlo todo. Ahora he vuelto a la bolsa y tengo poca gente delante, con lo que imagino que este viernes volverán a convocarme. Cruzaré los dedos para que me manden a Alicante, que Valencia no me ha molado nada.
En fin, ha sido una buena experiencia. Dada mi condición de interina, me pueden llamar de cualquiera de las 3 provincias en esta comunidad. Ahora ya sé lo que supone que te llamen de Valencia. La próxima vez estaré más preparada para saber cómo desplazarme, cuándo, dónde poder quedarme, cómo tramitar papeles allí, etc. En cuanto a la experiencia docente, esta vez me ha tocado estar con grupos de Bachillerato, con lo cual los entiendo más y entiendo que sus necesidades educativas son distintas a las del alumnado de la ESO. También he tenido a grupos de la ESO, siendo tutora temporal de un grupo de 2º, con lo que también sé lo que se siente al ser tutora (un rollo repollo que espero no volver a repetir en muuuuuuuucho tiempo). Mi profesora era además jefa del departamento de inglés. Afortunadamente no me ha tocado meterme en esos fregados, porque no tengo experiencia suficiente para afrontar algo que requiere tiempo y dedicación, ya se encargaba otra profesora por mí. En cuanto a exámenes, me ha tocado corregir mil y una redacciones, entre otras cosas. Y, tal y como me sucedió el año pasado en Benidorm, por esta época eran los exámenes del nivel básico de la Escuela Oficial de Idiomas, que ahora se pueden hacer en el instituto. Pues bien, también me tocó corregir exámenes de esos. Vamos, que no he ganado para corregir exámenes de todo tipo. De eso también se aprende. En definitva, he aprendido de todo lo que he hecho durante esta fugaz estancia en Aldaia. Me llevo un buen recuerdo.
Pues nada, a ver ahora a dónde me vuelven a mandar :)
Como ya conté, llegué a Valencia llena de incertidumbre por no saber a dónde iba ni cuánto tiempo iba a estar fuera, lejos de mi casa. Fui de las últimas en elegir destino el día de las adjudicaciones. Me quedaron 3 lugares para elegir: o pegada a Castellón, o pegada a Alicante o en un pueblo pegadísimo a la ciudad de Valencia. Ya que estaba en Valencia, decidí escoger esta última opción y quedarme por allí. No sé el tiempo que habría podido estar en cualquiera de los otros dos sitios, pero es lo que tiene ser tan novata y que de un día para otro te saquen de la tranquilidad de tu rutina y te lleven vete tú a saber dónde. Pues nada, decidido, Aldaia.
Hasta el día siguiente no me incorporé al centro. Era la segunda vez que llegaba a un centro. Traté de evitar que se me viera la cara de susto al ser novata, pero una vez más mis nervios me delataron. A ver si para futuras ocasiones actúo con más naturalidad, tomo nota de todo, que la experiencia sirve para aprender y mejorar. En fin, a lo que iba, que llegué, me presenté, rellené unos papeles y enseguida me presentaron a algunos profes del departamento de inglés, quienes muy amablemente me explicaron qué grupos tenía, cuál era mi horario, me dieron los libros, me enseñaron el centro, etc. Mucho de golpe, pero las cosas funcionan así, por eso ya empecé ese mismo día con mis clases.
Lo primero que tuve fue una guardia con un 1º de Bachillerato de 40 alumnos. Me quise morir, pero salí de la situación como pude. Además, ese grupo era de los míos, a los que tenía que darles inglés, así que aquello fue como una primera toma de contacto. Horas más tarde los vería en clase, aunque a la mitad de ellos solamente, cosa que me permitió respirar más tranquila. Fue un jueves bastante tranquilo en el que me sentí muy a gusto, pero había un "pero". Cuando llegué, la jefa de estudios ya me advirtió de que el lunes, es decir, 4 días después, la profesora a la que sustituía seguramente se volvería a incorporar, pues lo que tenía era un esguince y ya llevaba dos semanas de baja. Sí, así de bien trabajan en la Consellería de Educación. Uno se da de baja y pasan 2 semanas hasta que llega alguien que, quizá como yo, venga desde lejos y le fastidie tener que oir que tan sólo estará 5 días (los fines de semana cuentan como día trabajado). Me dio una mezcla de rabia, impotencia y pena, pero no podía hacer nada.
Volví el fin de semana a Alicante, pues llevaba en Valencia desde el martes anterior. El lunes, último día que tenía que trabajar, me levanté a las 5 de la mañana para coger el coche y marchar a Aldaia, porque a las 8 tenía clase. Me llevé una maleta con algo de ropa a desgana, pero por si acaso, y menos mal que lo hice porque al final se obró el milagro: a la profesora a la que sustituía no le habían dado el alta, por lo que continuaba una semana más. La verdad que a priori no me lo tomé con el entusiasmo que se merecía porque me había pasado los días mentalizándome de que aquello se acababa ese mismo día. De repente me vino la imagen de una maleta en la que no había metido casi nada y de que no tenía alojamiento. Rápidamente me metí en internet y pude comprobar que justo al lado del instituto había un hostal. Llamé para preguntar si había sitio y tuve suerte, además, era un sitio barato. Problema solucionado.
Así me pasé toda la semana, en un hostal que al principio me pareció lo más cutre del mundo, pero del que luego estuve bastante satisfecha. Es que teneis que entender que el día que llegué lo hice asustada por tener que quedarme toda la semana y me metí ahí porque era la única opción factible en esos momentos. Vamos, como si me agarrara a un clavo ardiendo, y claro, me pareció un sitio cutre, oscuro y triste. Pero conforme pasaron los días me fui acostumbrando. No estaba tan mal. Por las mañanas me iba a trabajar y cuando llegaba por la tarde dejaba las cosas, me iba a comer al centro comercial y volvía para ver la tele de sobremesa, echarme un ratico la siesta y luego conectarme a internet en los ordenadores que había. Me aburrí en muchas ocasiones, pero como tuvimos una semana bastante ajetreada con exámenes, me tocó corregir. Encima eran redacciones y eso llevaba mucho más tiempo de corrección. Vamos, que me mantuve ocupada todo el tiempo.
El viernes, mientras me volvía a Alicante, me llamaron de la secretaría del centro para informarme de que le habían dado el alta a mi profesora. La verdad es que fue un fastidio, porque si la mujer hubiera ido al médico el lunes, yo habría cobrado el fin de semana y el lunes, es decir, 12 días de trabajo. Pero siendo así, únicamente constará en mi hoja de servicios que he trabajado 9 días. Además, si hubiera estado en el centro el viernes y hubiera recogido el papel de mi cese, podría haberlo tramitado en la Consellería y haberme incorporado a la bolsa el viernes, pudiendo ser llamada de nuevo ese mismo día para la semana siguiente. Pero como me había marchado ya, me tocó volver el lunes a Valencia y tramitarlo todo. Ahora he vuelto a la bolsa y tengo poca gente delante, con lo que imagino que este viernes volverán a convocarme. Cruzaré los dedos para que me manden a Alicante, que Valencia no me ha molado nada.
En fin, ha sido una buena experiencia. Dada mi condición de interina, me pueden llamar de cualquiera de las 3 provincias en esta comunidad. Ahora ya sé lo que supone que te llamen de Valencia. La próxima vez estaré más preparada para saber cómo desplazarme, cuándo, dónde poder quedarme, cómo tramitar papeles allí, etc. En cuanto a la experiencia docente, esta vez me ha tocado estar con grupos de Bachillerato, con lo cual los entiendo más y entiendo que sus necesidades educativas son distintas a las del alumnado de la ESO. También he tenido a grupos de la ESO, siendo tutora temporal de un grupo de 2º, con lo que también sé lo que se siente al ser tutora (un rollo repollo que espero no volver a repetir en muuuuuuuucho tiempo). Mi profesora era además jefa del departamento de inglés. Afortunadamente no me ha tocado meterme en esos fregados, porque no tengo experiencia suficiente para afrontar algo que requiere tiempo y dedicación, ya se encargaba otra profesora por mí. En cuanto a exámenes, me ha tocado corregir mil y una redacciones, entre otras cosas. Y, tal y como me sucedió el año pasado en Benidorm, por esta época eran los exámenes del nivel básico de la Escuela Oficial de Idiomas, que ahora se pueden hacer en el instituto. Pues bien, también me tocó corregir exámenes de esos. Vamos, que no he ganado para corregir exámenes de todo tipo. De eso también se aprende. En definitva, he aprendido de todo lo que he hecho durante esta fugaz estancia en Aldaia. Me llevo un buen recuerdo.
Pues nada, a ver ahora a dónde me vuelven a mandar :)
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