viernes, 25 de febrero de 2011

Soy más de naranja washingtona

No he visto Valencia. No he paseado por sus calles. No he descubierto esos sitios tan chulis que debe tener. Mi paso por Valencia ha sido más bien algo extraño y peculiar. Eso sí, mi escaso contacto con ella me permite emitir un juicio que mucho me temo será desfavorable. Pero empecemos por el principio.


Como profesora interina que soy, me convocaron para un miércoles a las 9 de la mañana en la Consellería de Educación de Valencia. Nunca antes había estado en Valencia para algo así. Mi paso por la ciudad habían sido solo excursiones con el colegio o instituto a sitios puntuales: el museo de historia, la Ciudad de las Artes y las Ciencias, el parque Gulliver, etc. Eso de meterme por las calles a la aventura era nuevo para mí. Pero encima tener que hacerlo en coche lo hacía más peliagudo aun. Dados mis miedos a perderme, a no encontrar alojamiento, o a no tener donde aparcar el coche, decidí irme un día antes para allá y así tenerlo todo localizado. Durante esos días estuve en un bloque de apartamentos bastante lujoso. El mío era un estudio de 25 metros cuadrados, con cocina, salón, baño y una habitación con dos camas. Os enseñé las fotos y pudisteis comprobar que aquello era una pasada. Encima estaba en el 7º piso y las vistas eran impresionantes. Eso sí, lo suyo me costó, porque era bastante caro, pero para asegurarme tranquilidad durante esos días de incertidumbre estaba muy bien. Digo incertidumbre porque a los interinos nos tratan así. Nos llaman a varios de golpe y no sabemos a qué centros o a qué lugares vamos a ir, eso lo vamos eligiendo por orden en el momento en el que se hacen las adjudicaciones. En fin, el caso es que allí estaba yo en una ciudad nueva para mí.


La prueba definitiva vino al día siguiente. Sacar el coche a las 8 de la mañana para ir a Consellería fue un caos. Fue ahí cuando descubrí que Valencia es una ciudad horrible para conducir. Hay calles con 4 o 5 carriles de ida y otros tantos de vuelta, rotondas de 5 o más carriles por las que no puedes cambiar el sentido o te comen los coches, vías con 4 carriles que de repente, sin previo aviso, se convierten en 2... Todas las mañanas que cogí el coche para trabajar sufría. Iba sin GPS, llevada por el tráfico, sin poder meterme hacia las calles deseadas porque los coches no me dejaban. Lo digo en serio, el verdadero superviviente de esta experiencia ha sido mi coche. A punto han estado en numerosas ocasiones de darme un golpe, en todas ellas sin ser mi culpa. Vamos, en cuanto me dijeron el lunes que seguía trabajando una semana más, decidí quedarme en mi pueblo, Aldaia, en un hostal al lado del instituto para así no tener que coger el coche dentro de la ciudad. Desde el lunes, pues, estuve en mi pueblo, moviéndome solo por allí cerca. A 5 kilómetros tenía un centro comercial enorme que tenía de todo, así que no estuve mal. Volví a pisar Valencia una vez más, para ir a entregar papeles a Consellería, pero esta vez venía preparada: me había comprado un GPS. Eso sí, aun con esa ayuda, me perdí, pero porque el tráfico me llevaba y no podía girar por donde me indicaba el GPS. Y bueno, cuando conseguí encontrar el lugar aun me quedaba otra prueba que pasar: conseguir aparcar el coche. Horrible, de película de terror.


Tengo un mal sabor de boca por culpa de esas cosas. Pero ¿quién sabe? Igual me vuelven a llamar para trabajar en Valencia y, al intentar evitar los errores de este viaje, me llevo una grata sorpresa y tengo una experiencia totalmente distinta a la que he vivido ahora. El tiempo lo dirá. De momento, no me ha gustado Valencia.


Y hasta aquí mis pensamientos acerca de la ciudad que me ha traído de cabeza durante estas casi dos semanas.

2 comentarios:

  1. qué aventura! y para cuando un relato relacionado con el cole y los grupos que te tocaron? :P

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  2. menos mal que fue para poco tiempo. Yo fui a Valencia una vez para una entrevista y tb me perdí XD

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