domingo, 23 de enero de 2011

Presentación libro C.P. Joaquin Sorolla de Alicante

El próximo 17 de febrero a las 19:00 horas mi padre presentará en el Club Información su último libro, que recoge la historia del C.P. Joaquín Sorolla de Alicante. Me ha pedido que lo difunda y eso estoy haciendo. A continuación os pongo un texto que ha redactado él mismo y una foto de la portada y contraportada del libro. Perdonad la calidad de la imagen, pero al retocarla se leen mal las cosas. Vamos, que la portada original se ve y lee perfectamente. En fin, ya sabéis, el próximo 17 de febrero a las 19:00 en el Club Información. Estáis todo invitados y espero que nos veamos por allí. Por favor, difundid esto también a quien podáis. Os estaríamos muy agradecidos. Muchas gracias de antemano.


Distinguidos padres/madres, antiguos maestros y alumnos, ciudadanos en general:

Este es uno de esos momentos únicos en nuestra vida en los que podemos regocijarnos por un evento que, de algún modo, ha tenido o tiene que ver con nuestra calidad de personas. El colegio público Joaquín Sorolla de San Blas alcanza sus primeros 75 años de existencia reforzando su continuada vocación de servicio al barrio que le vio nacer. Por tal motivo, el colegio Joaquín Sorolla ha previsto dentro de los diversos actos de conmemoración de tan grata efemérides el presentar en sociedad el próximo día 17 de Febrero, a las 19 horas en los locales del diario Información, el libro que recoge la historia de este colegio durante su trayectoria. Por eso, para que puedas colmar tus anhelos de tu paso por sus aulas, o simplemente por la curiosidad de participar de una parte de la historia viva de este barrio, te invitamos a tu asistencia dicho día.


Recuerda, desde el increible escaparate que es el Club Información, el día 17 de Febrero, a las 19 horas contamos con tu apoyo presencial y te ofrecemos la oportunidad de compartir con nosotros y el que si quieres, puedas adquirir algún ejemplar del libro que ha de suponer la retirada de su autor, tras veinte años de intensa dedicación en esto de rescatar del olvido la historia enriquecedora de nuestros colegios públicos. Y recuerda que, nuestros colegios públicos son paginas vivas de su ciudad y tienen alma propia.

viernes, 21 de enero de 2011

Mi calendario 2011

Todos los años paso algo así como un casting para elegir mi calendario de pared. Nunca quiero cualquier cosa, siempre busco lo más original y, si no lo encuentro, pues lo que más me gusta.

En 2007 mi calendario fue de Samurai Champloo, un anime que me encantó y me vi en la obligación de comprar el calendario en cuanto lo vi en una tienda. Lamentablemente, por aquel entonces usaba cinta adhesiva para sujetarlo a la pared y para cambiar las hojas y, una vez acabó el año lo acabé tirando al contenedor de reciclaje. Estaba, además, todo escrito de cosas y con los días tachados, a excepción de los meses desde Septiembre a Diciembre, porque durante ese tiempo estaba viviendo en Irlanda y quedó el calendario aquí abandonado en la pared de mi habitación.

En 2008 me tocó hacer ese "casting" en Irlanda y tenía que ser algo especial, algo irlandés, así que a finales del año anterior, aprovechando una visita a la fábrica de Guinness en Dublin, compré un calendario de esa maravillosa cerveza negra, uno de los símbolos indiscutibles del país. ¿Un calendario de cerveza?-diréis. Sí, pero con los simpáticos dibujos de animales que han aparecido en los anuncios de Guinness. Así pues, me pasé el 2008 viendo carteles anunciando la Guinness, cada uno con una animal diferente. Al final sí que fue especial como yo pretendía.

Llegamos a 2009 y le dejo la tarea de buscarme el calendario del año a mi hermano. Quiero que sea algo sorpresa y que lo elija él. ¿Resultado? Me compró un calendario con dibujos de guerreras de Luis Royo, vamos, tías buenas para pasar el año. Lo disfruté, creedme.

De nuevo en 2010 le pedí a mi hermano que eligiera por mi y tratara de sorprenderme. Esta vez se fue a lo fácil, pero dio en el clavo igualmente: Bob Esponja. Pero no un calendario cualquiera de Bob Esponja, sino uno super chulo y muy happy. Me he pasado el mes riéndome al pasar las hojas del calendario los primeros de mes, con la intriga de qué me iba a encontrar y descubriendo dibujos cada vez más graciosos.

Para este año he querido volver a ser yo la que eligiera. Como nos íbamos de viaje a Irlanda durante las Navidades busqué algo por allí y, señoras y señores, encontré petróleo. Y si no, juzguen ustedes mismos la joyita de calendario que me pude traer: Stewie Griffin, un personaje de Padre de familia que me encanta, y la música. Os dejo las fotos y ya me decís si mola o no. (Click para agrandar las fotos)

jueves, 13 de enero de 2011

3 minutos

Interrumpo mis actualizaciones sobre el viaje a Irlanda para poneros este corto que acabo de ver por internet. ¡Se sale! No tengo nada más que decir. Ahí os lo dejo (click en la imagen para que salga el controlador de video)

3 Minutes from Ross Ching on Vimeo.

martes, 11 de enero de 2011

Recién llegados

De mi post anterior se deduce el nerviosismo por parte de todos en ese primer día, así que no hace falta que os cuente más al respecto. Empezaré mi relato desde el momento en el que nos fuimos a cenar y a tomar algo por la noche.

Durante toda nuestra estancia destacó con creces el restaurante de comida rápida Supermac's, pero por cómo se desarrollaron las cosas esa noche el destino quiso que comenzáramos nuestra andadura en la deliciosa y bendita comida basura en un Burger King de toda la vida. Era lo más cercano que había y teníamos mucha hambre. Normal, si a malas penas habíamos probado bocado a mediodía. Devoramos una clásica Whopper en un tiempo récord, aunque quien se llevó el premio al más rápido comiendo fue mi hermano, pero no por la velocidad, sino por el minúsculo y ridículo tamaño de su hamburguesa. Y ya que hablo de comida y de Moi, voy a meter casi con calzador una anécdota, diría que la primera de todas.

Estábamos en el avión, todos con los oidos entaponándose y desentaponándose (madre mía, a quien repita eso rápido varias veces y no se trabe la lengua le doy un premio). De repente las azafatas pasaron con el carrito de la comida, anunciando lo que ofrecían. Entre sus productos había "pipas y caramelos", pero Moi no oyó eso. Se giró con los ojos abiertos de par en par, perplejo. "¿Paella de calamares?"-dijo en tono de sorpresa. Todos nos reímos por su torpeza al escuchar, y quizá la cosa no habría pasado a mayores de no ser porque horas más tarde ocurrió algo parecido y ya quedó bautizado como el abuelete sordo del viaje. En esta segunda ocasión estábamos en el autobús de camino a Dublín y Silvia le preguntó "¿estás mejor?" a lo que Moi contestó con esa misma cara de WTF? "¿cangrejo?" Ya teníamos mofa para rato.

Eso no fue lo único con lo que nos reimos largo y tendido durante la mañana siguiente. También estuvo el incidente de las ostras y cómo éstas revolucionaron al personal. Para ello tengo que hablar de cuando pisamos el primer pub aquella noche, el Porterhouse. Minutos antes, caminando por las calles del centro de Dublin nos preguntábamos dónde estaría todo el mundo, pues no había ni un alma en la calle y no era muy tarde. La respuesta la encotramos nada más abrir la puerta del pub. El lugar estaba lleno de gente hasta arriba, nos costó encontrar un hueco en el que aparcarnos. Se respiraba un ambiente irlandés: todo el mundo hablando y con una pinta en la mano mientras sonaba la música. Tuvimos la gran suerte esa noche de que tocaran en directo. ¡Cómo nos recordó aquello a nuestro Roost! Sólo nos faltaba pedirnos una pinta. Como la cerveza de ese pub era de fabricación propia nos pedimos una rubia y una negra. Con estas últimas vino la tontería de las ostras, porque la cerveza se llamaba Oyster y cuenta la leyenda (es decir, nos pegamos la inventada padre) que contiene alguna esencia de ostra. No hace falta que diga que las ostras son afrodisiacas ni que el chiste fácil fue más fácil que nunca. En fin, esa noche no cayeron las pintas. Acabábamos de llegar. Tregua, por favor. Ya caerían más otro día, que teníamos toda una semana por delante.


A la mañana siguiente nos despertamos a eso de las 8 de la mañana, pues el desayuno lo servían hasta las 10 de la mañana, había que ducharse y éramos muchos para un solo cuarto de baño. En apenas dos horas salimos del hostal, rumbo a las calles más céntricas de la ciudad, para visitar alguna que otra cosilla. La primera parada la hicimos en el Castillo de Dublin, ese que yo nunca había visitado antes. En su interior había un pequeño jardín super cuco, campo de quidditch que decía Geles, en el que había un gran montículo de nieve. Había estado nevando desde el mes anterior y ya tan sólo quedaba esa nieve peleona que se derrite la última. ¡Qué bien nos vino! La disfrutamos como críos pequeños, porque enseguida nos avalanzamos a ella para hacer bolas y tirárnoslas.

La siguiente parada fue St Patrick's Cathedral, que por fuera no es gran cosa, pero como hay que pagar para ver lo interesante de dentro, pues todos hacemos como que lo de fuera es lo más bonito del mundo mundial. Y no sé si fue porque salía un humo extraño de un lateral del edificio o porque aquello de tan feo parecía el hogar de un ser deforme, que se nos ocurrió a mi hermano y a mí grabar unos videos que hablaban de la criatura amorfa que allí habitaba y que repicaba las campanas por la noche. A partir de ahí, nos salieron monstruos por doquier... Acordaros bien de lo que os digo, porque en próximas entregas hablaré de demás esperpentos.

Después de tanto andar (se baticinaba que iba a ser un viaje de andar, andar y más andar), hicimos un alto en el camino para ir a tomarnos algo calentito en Insomnia, uno de los mejores establecimientos de té y café que he probado. Y ahí hice mi primer descubrimiento: el Chai Latte, que no es más que té Chaí hecho directamente en la leche y muy azucarado. Estoy acostumbrada a tomarme este té con agua y un chorrito de leche porque la leche caliente me da un poco de angustia, pero aquello estaba buenísimo. Orgásmico. No me extraña que aquella noche cayera rendida en la cama, después de tanto andar y tantas sensaciones orgásmicas, porque hubo otra. Vino horas más tarde: las Garlic & Cheese fries del Supermac's, lo único que comimos aquel día. Por primera vez en 3 años pisaba de nuevo un Supermac's y disfrutaba de unas patatas como aquellas.

Por la tarde nos dimos un pequeño paseo por Temple Bar y Trinity College. En este último lugar sucedió algo que provocó el nombramiento de la canción Suave Suave de Muchachada Nui como canción oficial del viaje. Hay otras que se disputan el título, pero esa creo que fue la que más cantamos. Resulta que, dentro del Trinity, en el césped, vimos una gaviota que zapateaba. Sí, como lo ois, zapateaba. Geles le quiso poner un poco de música al pobre animalico, que bailaba sin música, y este fue el resultado:



Por la noche, después de cenar los bocadillos que traíamos de España (aguantaron, sí), nos fuimos de pubs, primero al Sinnotts Bar, donde fuimos testigos de cómo los irlandeses viven el futbol; y más tarde, de nuevo al pub de la noche anterior, el Porterhouse. Cayeron más pintas, aunque todavía eran pocas. Tranquilidad, que sólo llevábamos 24 horas en el pais. Estábamos haciendo tiempo mientras esperábamos a Jaime, que venía ese día. Y no, no hablaré ahora del cubano. No, no diré nada de ese cubano que nos robó el corazón... digo, a Jaime. Porque yo no dije que Marujita estaba golda, sólo dije que estaba un poco subidita de peso. En fin, mañana más y mejor, que aun queda mucha tela que cortar




Aquí tenéis la canción oficial. Vamos Robert sal a bailar...

miércoles, 5 de enero de 2011

Un viaje maravilloso

Más me vale no decir aquello de "no tengo palabras para describir este viaje" porque mi intención es la de contarlo todo y hacer una crónica bastante detallada, así que si alguien tiene la idea de leer un mini resumen que se vaya preparando porque no lo va a encontrar. Sin embargo, ahora no son horas para ponerme a contar las cosas minuciosamente, por lo que en esta entrada tan sólo encontraréis mi impresión más general sobre ese viaje que finalizó hace ya una semana y que aun no me quito de la cabeza. Ya escribiré más y mejor en otra ocasión. Ahora, pongámonos en situación:

Lunes 27 de diciembre de 2010, a eso de las 10 de la mañana:

Me despierto. Va a ser un gran día. Va a ser el día que tanto llevo esperando. Va a ser el día en el que vuelva a mi segunda casa, Irlanda.

Me he dejado las maletas por hacer en el último momento. De tantos nervios que tengo no sé ni lo que meto en ellas ni lo que estoy dejando fuera. Da igual -pienso- si algo falta, me lo compro allí.

Llega el mediodía, es hora de ir al aeropuerto. No he comido casi nada, pero es que no me entra la comida en ese momento.

Dos maletas: una grande que facturamos enseguida en el mostrador y otra más pequeña de equipaje de mano. La gente va llegando. Comentamos nerviosos cómo nos ha ido todo. Nos despedimos de familiares y nos dirigimos al control policial. A algunos los cachean porque han pitado al pasar por el detector, los demás nos reímos de lo absurdo del momento. Nos vamos a la puerta de embarque, en 15 minutos entraremos al avión.

Ya están las azafatas haciendo el numerito de qué hacer en caso de emergencia, señal de que esto está a punto de salir. El avión se mueve y se dirige a la pista de despegue. Tropecientos kilómetros por hora que te pegan hacia el respaldo del asiento casi de golpe. La parte delantera se inclina hacia arriba y sube. Sensación de presión en la cabeza mientras todo el avion se eleva alto, muy alto.

¡¡¡Pin!!! El avión se ha estabilizado y se oye la señal de que ya podemos quitarnos los cinturones. En dos horas y media llegaremos. Llegaremos a Irlanda. Llegaremos a ese lugar al que tanto ansío volver desde hace casi 3 años...

...¡Ya hemos llegado! Salimos por las escaleras, a la intemperie. No esperaba menos de mi Irlanda, está todo el suelo mojado, señal de que ha llovido. Minutos más tarde, esperando al autobús que nos llevara a Dublin, vuelve a llover. ¡Bendita lluvia! Hasta ella nos da la bienvenida. En otras circunstancias me habría parecido inoportuna, pero en ese momento es especial, por lo menos para mí. Es Irlanda en estado puro. Lo único que echo de menos es el frío intenso, pero en algo tuvimos un poco de suerte y el tiempo acompañó unos cuantos días.

Me trasladaré ahora al momento en el que, tras dejar las cosas en el hostal, nos vamos caminando por Grafton en busca de un lugar donde cenar y, más tarde, de un pub donde tomarnos la primera pinta. Volver a caminar por esos lugares que tantas veces había recorrido antes fue mágico. Todo está igual. Sí, hay cosas nuevas, pero todo es en esencia tal y como lo recuerdo. Hasta entrar a un pub y que toquen música en directo mientras te bebes una pinta es de lo más familiar. El momento especial viene cuando escuchas las canciones que en otro tiempo fueron la banda sonora de tu vida. Suena Mr Brightside de los Killers y a una se le ponen los pelos de punta.

Un gran comienzo. Un comienzo especial. Un comienzo mágico. Un gran reecuentro especial y mágico con mi querida Irlanda, que mujer tenía que ser.

Lunes 3 de enero de 2011, a eso de las 3 de la tarde, hora irlandesa

En tan sólo unos minutos embarcaremos al avión que nos traerá de vuelta a España. En nuestras caras se refleja notablemente el cansancio, no sólo por haber pasado el día arrastrando maletas y demás equipaje, sino por haber pasado una semana increible y no haber parado quietos ni un solo minuto.

Las dos horas y media de vuelo se nos pasan volando, valga la redundancia. Nos hemos dormido todos durante el trayecto. Al salir nos reunimos todos con nuestras respectivas familias. Toca despedirse. Prometemos vernos de nuevo, estar en contacto y pasarnos las fotos. Cada uno para su casa.

Un final. Un final extraño. Un final mezclado con sueño, cansancio y tristeza porque todo ha acabado. Un final en el que llego a mi cama, cierro los ojos y no despierto hasta la tarde del día siguiente, casi reseteada.

Desde ese comienzo tan lleno de expectativas a ese final que demuestra que todas ellas se cumplieron pues nuestro agotamiento así lo demostraba, pasaron muchas cosas. Como ya os he dicho al principio, ahora no es momento de que os cuente anécdotas, excursiones, momentos y demás. Tan sólo quiero expresar lo satisfecha que estoy de este viaje y de todas las personas que han hecho de él una de las experiencias más bonitas que he vivido. Tal y como dijo Jaime la noche del 31, esta Nochevieja, y con ello entiéndase toda la semana de viaje, no sólo el 31; ha sido la mejor de nuestras vidas y la peor de las que nos quedan por vivir.

He de confesar que durante estos meses de espera llegué a pensar alguna vez que con tanta gente no íbamos a aclararnos del todo a la hora de hacer planes o de organizarnos, pero ¡cómo me encanta equivocarme si es para bien! Los 9 hemos sido como una gran familia unida y nos hemos entendido y compenetrado a la perfección. En ningún momento ha habido malentendidos, malos rollos o discusiones, y mirad que eso es bastante inevitable en cualquier convivencia. Eso dice mucho de vosotros, de nosotros. Este viaje no habría sido lo mismo sin todos y cada uno de vosotros. Unos aportaban tranquilidad, otros organización, otros risas, otros animaban a los desfallecidos caminantes a continuar, otros se preocupaban por hacer la cena, otros prestaban champú, chanclas o pasta de dientes; otros pedían las pintas en la barra, otros despertaban a la gente por las mañanas de la forma más simpática que podían... En definitiva, un 10 para todos, que nos lo hemos ganado. Espero que volvamos a repetir, porque a mi esto me ha encantado. Muchas gracias a todos por contribuir a que este viaje haya sido maravilloso.

Y ésta es mi impresión sobre esta aventura. Maravillosa. Podríais haberos ahorrado leer las parrafadas que he soltado y haber llegado a esta calificación final, pero ésta tan sólo se argumenta y explica con todo lo que he escrito. Así he vivido las cosas, tratando de verlas como algo especial, disfrutando de cada momento, agradecida por la gente que tenía alrededor. Ahora tan sólo me queda ilustrar un poco cómo ha sido cada día allí, contar a dónde hemos ido, qué hemos hecho y demás detalles, sin olvidar las innumerables anécdotas de las que tanto nos vamos a acordar siempre, pero eso será otro día.

¡Hasta el próximo post!