Acabo de vivir una situación un tanto caótica de la que creo poder sacar algo bueno. Tranquilos, no es nada dramático, aunque lo haya teñido así por momentos. Además, ya os digo que la cosa se ha quedado en una mera anécdota que recordar entre risas.
Veréis, todos los viernes la Consellería de Educación publica una lista con las plazas que hay por especialidad para poder solicitar y se abre la aplicación que te permite pedir esas plazas. Mañana es viernes. Algunas veces, milagrosamente, dicha lista se publica un día antes y el caso es que he visto hoy una lista y la he mirado. Y de repente lo he visto. Otra vez. He visto un puesto que ya salió anteriormente, una plaza en el instituto en el que estudié aquí en mi ciudad. Se me han puesto los dientes largos. Se trataba de una reducción de jornada, un tercio de la jornada laboral, cobrando un tercio del sueldo correspondiente. De repente me he visto haciendo una lista mental de pros y contras. Los pros inclinaban la balanza al SÍ, a que pidiera ese puesto. Además, ese lado de la balanza tenía un añadido y es que tenía una alta probabilidad de éxito, pues se me ha hecho raro que esa plaza no la hubiera querido nadie la semana pasada y lo he visto como una señal del destino. Era un tren que estaba pasando por segunda vez y eso en esta vida es raro. Las oportunidades de solicitar ese puesto y de que me lo dieran eran altas si ya había sucedido el hecho de que nadie hubiera querido ese puesto. Yo tuve mis dudas la semana anterior sobre si pedirlo o no, pero al final, aconsejada por mi madre, no lo hice. Y ahí estaba de nuevo, para generarme más dudas. Era una gran oportunidad de trabajar todo el curso sin la incertidumbre de cuándo y dónde. Algo así me permitía estar al lado de casa y tener más tiempo para dedicarme a otras cosas, a cambio de renunciar a dos terceras partes del sueldo habitual. Atrás dejaría los largos paseos en coche, la intranquilidad de estar lejos y no saber hasta cuándo. Debía tomar, por tanto, una decisión sobre si arriesgarme a pedirlo (con un alto porcentaje de éxito dadas las circunstancias) o echarme atrás. Llegados a este punto, permitidme que os diga que al final ni lo uno ni lo otro. Ha sido todo un error mío porque la lista de plazas consultada no era la de esta semana, sino la de la semana anterior. No me he dado cuenta al verla de la fecha ni de que todas las plazas eran sospechosamente familiares. Por un lado he sentido una enorme decepción, pero por otro he sentido un gran alivio.
En una mera anécdota se queda ese estrés que he sufrido en una hora, tiempo en el que he estado hablando con mucha gente sobre ello, recibiendo consejos y meditando un poco las cosas. Como os he dicho, he puesto sobre la balanza los pros y los contras. Estoy orgullosa de cómo lo he jerarquizado todo. Con algo tan tonto como esto he podido darme cuenta de qué cosas priorizo. He dejado el dinero a un lado pensando en mi bienestar personal primero. Que nadie me malinterprete. No estoy diciendo que me sobre el dinero y me dé igual ganar más o menos, no. De hecho, es todo lo contrario. Pero no podemos dejar que sea el dinero el que marque nuestra vida porque a veces no trae la felicidad. Sé que estas palabras pueden sentar mal en esta época de crisis en la que mucha gente no tiene trabajo, pero vuelvo a instaros en que no me malinterpretéis, no se trata de rechazar más dinero porque sí. Más vale pájaro en mano, ¿no? Además, en este caso era un pájaro muy atractivo, aunque barato. Sea como sea, me alegra no haber querido ser avariciosa y anteponer el dinero a todo lo demás.
Otra de las cosas que me he planteado ha sido dedicarme a mí misma en ese tiempo libre del que iba a poder disponer. Sabéis que llevo tres semanas haciendo ejercicio para perder esos kilos de más y me siento muy bien conmigo misma por hacerlo. Hasta que empiece a trabajar voy a seguir por ese camino y luego ya veremos cómo me organizo cuando llegue ese día. Mi visión de hoy ha sido la de poder seguir con este ritmo de vida durante todo el curso, pues iba a tener mucho tiempo para ello. Me alegro, pues, de haber pensado en mi bienestar personal de nuevo.
Por último, también valoro enormemente cómo se ha volcado la gente conmigo para aconsejarme y desearme suerte. Eso sí vale millones. De verdad, estoy muy agradecida a toda esa gente.
En fin, no quería dejar escapar la oportunidad de contaros cómo he sacado una bonita reflexión de algo tan tonto.
PD. Siento si el texto es confuso en algunas partes. Son casi la 1 de la madrugada y se me pegan los ojos. Quería escribir esto ahora o no iba a hacerlo nunca. Si hay fallos son producto del cansancio.
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