Hace unas semanas escribí un relato corto utilizando las imágenes que habían salido en unos dados. Como gustó tanto el experimento, volvimos a lanzarlos y este fue el resultado:
Ahora, os dejo este extraño relato que he escrito con ellos. Espero que os guste. Bueno, no. Espero que entendáis el relato jajajaja. Lo he escrito ahora en un momentillo con lo primero que me ha venido a la cabeza, así que igual está un poco mal expresado y no se entiende. En fin, ahí lo dejo:
Aquel ser esperpéntico me asustó. Su voz me resultaba familiar, pero tenía la cara alargada, desproporcionada; su mirada carecía totalmente de expresión, era como si no tuviera ojos. Además, su cuerpo era muy alto y extremadamente delgado. Cada vez se me acercaba más. Me pesaba el cuerpo, pero dí pasos lentos hacia atrás, huyendo. De repente alargó su enorme mano y sin pensármelo salté de la azotea de aquel edificio. Llevaba puesto el paracaídas, así que disfruté del viaje y de la adrenalina que aquel salto hizo recorrer mis venas. Pero entonces miré hacia abajo y allí estaba aquel rostro de nuevo. Tiré de la anilla que abriría el paracaídas, pero no funcionó. El suelo estaba ya a escasos metros, así que cerré los ojos esperando mi inmediata suerte. Sentí el impacto contra el duro asfalto tan sólo en la mejilla, como un fuerte bofetón de esos que te dan con ganas. Desperté a los pies del enorme roble que había cerca de mi casa. Oía la agitada voz de mi padre hablando con alguien, nervioso. Llevaba puestas sus gafas de sol y no veía sus ojos, pero su tono me indicaba que algo malo estaba ocurriendo. Volvió a abofetearme. Lo último que vi antes de cerrar los ojos por completo y abandonarme a mi destino fue aquella abeja muerta sobre mi brazo hinchado. Volví a saltar de aquella azotea. Todavía sigo esperando el golpe contra el suelo.
¡Hasta el próximo post!
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