Todo comienza así. Las vacaciones de Semana Santa de 2011 iban a ser a finales de abril y coincidir con mi cumpleaños. Había planeado irme de viaje, así que mi celebración en Alicante con familiares y amigos iba a tener que adelantarse o atrasarse. Y al final se adelantó, más de una semana, coincidiendo además con el cumpleaños de mi hermano. El plan fue irnos a un parque por Alicante y aprovechar el buen tiempo para hacer un picnic al aire libre, disfrutar de la naturaleza, tirarse en el césped y tomar el sol. Al final pasamos más frío que un tonto porque salió una mañana horrible, pero nos refugiamos en un sitio cubierto del parque y por la tarde salió el sol e hizo justicia. Nos lo pasamos genial. Les pedí a mis invitados que vinieran con ropa de colores, lo más llamativa posible, y que llevaran algo en la cabeza y gafas de colores. Este fue el resultado.
Todas las fotos quedaban genial al tener esos colores y esas pintas. El azul del cielo y el verde de la hierba ayudaron muchísimo también. La sesión de fotos tirados en el césped no tiene desperdicio.
Además de todo esto organicé un concurso de fotos que tuvieron que hacer allí mismo en el parque. Podéis ver qué tipo de fotos les pedí hacer y qué hicieron al final en este post que le dediqué en su día. Conclusión: una celebración perfecta, de 10.
Y la cosa se habría quedado ahí en cuanto a festejos de no ser por que el día de mi cumpleaños cayó justo mientras estaba con unas amigas de viaje en Newcastle. Por supuestísimo que lo celebramos... y vaya cómo lo celebramos! Todavía no me creo el día que nos salió. Redondo. De esos que no se olvidan nunca.
Veréis, nos fuimos una amiga y yo a Newcastle para visitar a otra amiga que vivía allí. Como íbamos a estar una semana fuera, decidimos pasar unos 5 días en dicha ciudad inglesa y luego marchar dos días a Liverpool, puesto que ninguna de las tres había estado antes allí. No hace falta que os diga lo Beatlemaníaca que soy y las ganas que tenía de visitar Liverpool. Pues bien, ¿qué día nos fuimos a Liverpool? Sí, justo el día de mi cumpleaños, el 29 de abril. Imaginaos el subidón que tenía encima, pero iré por partes, que la cosa no comienza ahí.
La noche anterior hicimos una pequeña cena en casa de mi amiga, junto a su compañera de piso. Toda la noche de charreta y... oh! Llegan las 12 de la noche y me sacan una tartita de Smarties mientras me cantan cumpleaños feliz. Está todo grabado en vídeo, hasta el discurso en inglés que me marqué partiendo la tarta. Además, la cosa no acabó ahí. Las pedorras de mis amigas, sin yo darme cuenta, me habían comprado unas cositas y me las dieron esa noche. Fue muy bonito.
A las 7 de la mañana, que por muchas ganas que tuviera de ir a Liverpool es delito madrugar tanto y tenía los ojos pegados, nos levantamos y nos fuimos a la estación. Cogíamos el tren sobre las 9 de la mañana si mal no recuerdo, y como en España era una hora más, empezaron a llegarme sms de felicitación y alguna que otra llamada, como la de mis abuelos que me emocionó especialmente. Los mensajes no pararon de llegar durante todo el día, así que imaginaos qué contenta estaba. En fin, allá que nos fuimos en tren a Liverpool y encima en primera clase. Nunca antes había viajado en primera clase, así que no sabía cómo era la cosa y alucinamos con todo lo que teníamos a disposición. Íbamos sentadas en unas mesas para cuatro personas, pero íbamos nosotras solas. Nos vinieron a servir té o café en varias ocasiones y hasta nos ofrecieron bollitos y galletas, todo por la cara. También podíamos coger el periódico del día. Y el baño... buah! un lujazo! Ya empezaba mi día a lo grande, sintiéndome una reina. Hablando de reinas... era el día de la boda real británica. Se casaban el príncipe William y Kate. El país entero estaba parado. De hecho, cuando llegamos a nuestro hostal (que por cierto estaba en uno de los muchos muelles que hay en la ciudad y molaba mil) pudimos ver por la tele la retransmisión de la boda. Una anécdota más que contar. Por cierto, que compré en un supermercado por una libra una taza muy inglesa con la foto de los novios y la fecha porque como era la de mi cumpleaños me hizo mucha gracia.
En fin, llegamos a Liverpool, comimos, dimos una vuelta y ahora viene lo mejor. Mi idea era invitar a mis amigas a cenar para celebrar mi cumple, pero nos salió un pequeño inconveniente que recordaremos siempre. Eran las 3 de la tarde, habíamos caminado mucho y teníamos ganas de sentarnos a tomar un café. Pues bien, ese café pasó a ser una pinta de cerveza, porque nos fuimos a la zona Beatle, la zona de los pubs donde se encontraba el famoso The Cavern, cuna de los Beatles, y como no podía ser de otra manera, entramos al Cavern. Iba a ser cosa de tomarse algo, descansar e irnos, pero se nos fue de las manos. Veréis, llegamos a una hora en la que no había mucha gente y tuvimos la suerte de coger una mesa. Había un hombre en el escenario tocando canciones de los Beatles. Aquello era mágico, me puse a cantar todas y cada una de esas canciones. Y así, como quien no quiere la cosa, fuimos pidiendo pintas, una tras otra. Fueron un total de 6 pintas en 6 horas, tiempo en el que pasaron 3 músicos por ese escenario y nos deleitaban con temazos del grupo de Liverpool o de los Rolling Stones. Apoteósico. Y casi surrealista. Quién me iba a decir a mí que acabaría celebrando mi cumpleaños en el Cavern, que iba a pasar un día mágico y que iba a acabar de esa manera tan especial. Imaginaos cómo me sentí con lo fan de los Beatles que soy. La frase "¿Te acuerdas de cuando fuimos al Cavern a las 3 y salimos a las 9 de la noche 6 pintas después?" pasará a la historia y será recordada siempre. Sí, hubo cena, pero fue más devorar la comida porque nos hallábamos en un estado un tanto feliz.
Conclusión, mi 25º cumpleaños se salió, fue sublime. Hubo de todo y disfruté como una niña pequeña. El cuarto de siglo estará en mi memoria siempre. ¿Entendéis ahora por qué he querido inmortalizarlo aquí?
Pues nada, ahora a disfrutar del 26º. Mañana empiezo con la primera celebración. No dudo de que será tan especial como la anterior.
Bye :)
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