lunes, 14 de marzo de 2011

Asilvestrándonos


Los domingos a uno le apetece estar en casa y pasar un día tranquilo leyendo el periódico, viendo la tele o echándose la siesta. Vamos, lo que viene siendo no hacer nada. Ayer domingo a mí, que además me encontraba fatal, me habría apetecido quedarme en casa descansando, pero tenía que ir a un cumpleaños y mi deber era asistir. Horas más tarde me alegraría enormemente de haber tomado esa decisión, pues se me fueron todos los males y pasé un día estupendo en el que no faltaron las risas y la diversión.

El cumpleaños era en Elche, ciudad que, aunque me pese he de admitirlo, me gustó bastante. La primera parada la hicimos en un restaurante vietnamita. Habíamos quedado a la hora de comer y estábamos hambrientos. Nos habríamos comido hasta el papel de la propaganda, folleto que contenía una errata bastante alarmante, pues se ofrecía en el menú "filete de japonesa" en vez del rectificado "filete de cerdo" que aparecía en otros folletos me imagino que reeditados. El caso es que el restaurante me encantó. Estaba todo buenísimo, a excepción de una sopa con tofu que comí con cierto asco por culpa de cierto comentario super cochino. Ya no vi la sopa con los mismos ojos. Pero en cuanto la tortura de comerme esa sopa pasó, nos trajeron el resto de la comida que incluía sushi. Siempre me lo había comido con salsa de soja, pero esta vez le puse el jengibre y el wasabi para ver qué aguante tenía y, señoras y señores, creo que soy inmune al picor del wasabi. Sí, picaba, pero no tanto como para no soportarlo. Y sí, me puse bastante, lo probé como está mandado. Para rematar la exquisitez de la comida, de postre trajeron helado de coco. Eso ya fue de dimensiones orgásmicas. Lamí hasta el plato en el que me lo trajeron. Y, dejando la comida a un lado, los del restaurante se lo curraron, porque en mitad del postre pusieron la música del cumpleaños feliz y le trajeron al cumpleañero un flan con nata y una velita y un regalo, pues un rato antes habíamos cantado nosotros y se percataron de que aquello era un cumpleaños. El pobrecillo se asustó, pues era la primera vez que veía que algo así ocurría, pero nosotros ya estábamos acostumbrados a esas cosas. Recuerdo aquel junio en el que me cantaron a mí en un restaurante chino y aparecieron luego los camareros con un barco de helado con tres bolas, nata y una bengala. Y todo sin ser ni mi cumpleaños ni nada. ¡Qué risa!

En fin, tras la comida nos fuimos andando hasta un parque en el que antes teníamos que bajar por el cauce del río y cruzar. Todo por no ir por el puente de arriba y por hacerlo más aventurero. Pues nada, al llegar al río tuvimos que cruzar la corriente de agua por un mini puentecito pegado a la superficie. No hace falta que os diga el miedo que tenía ante una birria de paso que no era nada del otro mundo, pero a mí esas cosas no me gustan. Una vez en el otro lado nos paramos para dejar las cosas y empezar a jugar. ¿A qué? Pues al escondite. Y luego al memory con 20.000 cartas para adivinar. Vamos, los juegos a los que todos hemos jugado de pequeños. Os lo podéis imaginar, nos divertimos un montón, y con las cosas más simples del mundo. Sacar ese niño que llevamos dentro es reconfortante muchas veces, y es una práctica que deberíamos hacer más a menudo.

Tras hacer el ganso nos dirigimos a una tetería a descansar un rato, pero no a dejar de jugar ni mucho menos. Aprendimos sobre las plantas, descubrimos nuevos aromas en unos tés que nos regalaron, y nos dimos cuenta de que aquel era un cumpleaños distinto a los que siempre hemos celebrado, pues el cumpleañero supo llevarnos muy bien a su terreno, el del medio ambiente. Mis felicitaciones otra vez desde aquí. Eso sí, hay un ingrediente indispensable en todas nuestras celebraciones y es jugar a Los Hombres Lobo de Castronegro, así que estuvimos un buen rato abriendo y cerrando los ojos, gritándonos en todas las acusaciones (chicos, desde aquí pido que mantengamos la calma. Un día nos vamos a acabar pegando por el juego jajaja) y haciendo estrategias para ganar. Nadie resultó herido al final. Bueno, me sé de cierto esguince cervical, pero no se produjo por el juego... jajajaja

Pensaréis que esto se acaba. Pues no. De camino a la estación para coger el tren de vuelta a Alicante nos paramos en un parque a hacernos fotos en los columpios, pues antes había estado aquello lleno de niños. De noche ya no había nadie y nos pudimos hacer fotos tranquilamente. Hablando de fotos, aquí os dejo unas cuantas del día y me despido ya diciendo una vez más que el día de ayer fue de esos que se recuerdan con cariño. Hay que ver cómo con lo más simple uno disfruta que da gusto. Felicidades al cumpleañero, no sólo por cumplir años, sino por marcarse un cumpleaños de 10.







De parecidos razonables

Hoy os dejo con un artículo que escribió mi padre para su blog. Me ha hecho gracia porque va sobre el parecido que tiene con ciertas personas bastante conocidas, como Santiago Segura. En una ocasión le confundieron con él en una fiesta en una urbanización de vecinos. Lo que nos pudimos reir entonces, pero es que ahora que Santiago Segura está de promoción de Torrente 4 y sale en todos los canales, lo veo y ¡el parecido es asombroso! También le han llegado a confundir con alguien menos interesante, pero mucho más polémico, el conseller de educación Font de Mora, muy "querido" por todos lo que formamos parte de la Educación en esta comunidad, véase la ironia. En fin, os dejo aquí el artículo que ha escrito. Eso sí, os diré que no menciona nada de su escandaloso parecido con el Kung Fu panda de la peli de dibujos.... jajajaja.

Extraña confusión
No siempre uno obtiene aquello que pretende alcanzar, ni tampoco puede sostener la estabilidad emocional necesaria cuando en más de una oportunidad le confunden con un personaje siniestro para la Enseñanza. Verán. Hace años en una fiesta vecinal, mi presencia causó cierto revuelo entre algunos asistentes pues me confundieron con el actor y productor de cine Santiago Segura, una de esas personas que me agradan, pues en cualquier momento puede hacerme sonreír, incluso cuando otros en esa extraña confusión se creen que yo soy él. Pero de ahí a que hasta en tres oportunidades en los últimos cuatro años me hayan confundido con el ínclito Conseller de Educación Alejandro Font de Mora, no me produce gracia alguna. Su sonrisa gélida es capaz de traspasar el cristal límpido de nuestra Escuela Pública, la de TODOS, y eso me conturba. Pero el momento tuvo su gracia. Verán. Entré varias veces a un colegio durante un corto espacio de tiempo y, he aquí que una de las veces percibo en la distancia cierto revuelo en un grupito de maestros. Al parecer uno de ellos dio la voz de alarma, pues confundiéndome con tan nefasto personaje se conturbó. No en vano no todos podemos decir eso de que hemos visto en persona a un Conseller. Disculpé a aquel maestro en prácticas, pues era obvio que el Conseller no era yo, además uno puede confundirse cuando ha visto la imagen del Conseller colgado en un retrato boca abajo y ambos tenemos barba y fisonomía pareja, aunque nos separa o diferencia el pensamiento sobre nuestra Escuela Pública. Con todo, preferiría que algunos maestros despertasen su mente, o en su defecto me comparasen con Santiago Segura. Me gusta más. Es más creativo.

viernes, 4 de marzo de 2011

Alicante o nada

Todavía no entiendo muy bien cómo funcionan las cosas en esta situación de interinidad en la que me encuentro. Cada vez que voy a la Consellería de Educación a arreglar los papeles que sean, me parece que todo está escrito en chino. Me hablan de ciertas cosas y ni me entero, por eso cuando me han llamado esta mañana por teléfono para informarme sobre una cosa que tramité ayer, al colgar el teléfono tenía la sensación de no haberme enterado de nada. Poco a poco, pero de cada una de estas cosas voy aprendiendo algo. Llegará un día en el que todo me sea muy familiar, pero de momento veo ese día muy lejano y me agobio con trámites y demás consultas. Por fortuna, ese agobio que me entra cada vez que trato con la Consellería se disipa al escuchar buenas noticias como la que os traigo hoy: me han convocado para las adjudicaciones de la semana que viene en Alicante! Si tengo suerte de coger una plaza voy a estar al lado de casa! Ahora mismo no quepo en mí de alegría. Me parece todo demasiado bonito para ser cierto, así que voy con cautela pero, ¡qué coño! estoy ahora más feliz que una perdiz :)

jueves, 3 de marzo de 2011

Camisetas LaFraise

Cuantas veces me habéis dicho "Miri, ¡Cómo mola tu camiseta! ¿Dónde te la has comprado?" Bueno, no todo el mérito es de la camiseta, hay que saber llevarla, y una tiene un estilazo que irradia flow por todos lados. Bromas aparte, muchos de vosotros me habéis visto mil y una camisetas diferentes, todas con algún dibujo gracioso, hilarante, desternillante o monísimo. Pero no vengo a hablar ahora sobre todas mis camisetas, eso me lo reservo para un futuro post muy interesante. De lo que os voy a hablar ahora es de una marca de camisetas que me encanta, LaFraise.

Las camisetas de LaFraise son bastante chulas y sus diseños son de esos que no encuentras en cualquier lado. El problema es que, en comparación con otras páginas donde suelo comprar camisetas, las de esta página son un poco caras. Además, al ser una tienda de fuera de España, los gastos de envío siempre suelen ser un pelín más caros. En definitiva, que me encanta la página pero no puedo comprar siempre que quiera. Es por eso que se me ocurrió una idea, algo que vino de la mano de mi primera compra.

Veréis, el año pasado estuve trabajando en un instituto en Benidorm por primera vez. Cuando terminé la sustitución decidí darme un capricho y, ya que iba a cobrar bastante dinero, me compré una camiseta de LaFraise, en concreto esta:

Esta semana, como terminé de trabajar en otro instituto, pensé en volver a darme otro capricho y volví a elegir una camiseta de estas. La elegida ahora ha sido esta:

Por lo tanto, creo que queda instaurada una regla un tanto caprichosa: a partir de ahora, en cuanto termine de trabajar en un instituto, me compraré una camiseta de LaFraise.

He dicho

miércoles, 2 de marzo de 2011

Aldaia

Se acabó. Mi paso por Aldaia ha sido fugaz, aunque ha sido más tiempo del que me esperaba.

Como ya conté, llegué a Valencia llena de incertidumbre por no saber a dónde iba ni cuánto tiempo iba a estar fuera, lejos de mi casa. Fui de las últimas en elegir destino el día de las adjudicaciones. Me quedaron 3 lugares para elegir: o pegada a Castellón, o pegada a Alicante o en un pueblo pegadísimo a la ciudad de Valencia. Ya que estaba en Valencia, decidí escoger esta última opción y quedarme por allí. No sé el tiempo que habría podido estar en cualquiera de los otros dos sitios, pero es lo que tiene ser tan novata y que de un día para otro te saquen de la tranquilidad de tu rutina y te lleven vete tú a saber dónde. Pues nada, decidido, Aldaia.

Hasta el día siguiente no me incorporé al centro. Era la segunda vez que llegaba a un centro. Traté de evitar que se me viera la cara de susto al ser novata, pero una vez más mis nervios me delataron. A ver si para futuras ocasiones actúo con más naturalidad, tomo nota de todo, que la experiencia sirve para aprender y mejorar. En fin, a lo que iba, que llegué, me presenté, rellené unos papeles y enseguida me presentaron a algunos profes del departamento de inglés, quienes muy amablemente me explicaron qué grupos tenía, cuál era mi horario, me dieron los libros, me enseñaron el centro, etc. Mucho de golpe, pero las cosas funcionan así, por eso ya empecé ese mismo día con mis clases.

Lo primero que tuve fue una guardia con un 1º de Bachillerato de 40 alumnos. Me quise morir, pero salí de la situación como pude. Además, ese grupo era de los míos, a los que tenía que darles inglés, así que aquello fue como una primera toma de contacto. Horas más tarde los vería en clase, aunque a la mitad de ellos solamente, cosa que me permitió respirar más tranquila. Fue un jueves bastante tranquilo en el que me sentí muy a gusto, pero había un "pero". Cuando llegué, la jefa de estudios ya me advirtió de que el lunes, es decir, 4 días después, la profesora a la que sustituía seguramente se volvería a incorporar, pues lo que tenía era un esguince y ya llevaba dos semanas de baja. Sí, así de bien trabajan en la Consellería de Educación. Uno se da de baja y pasan 2 semanas hasta que llega alguien que, quizá como yo, venga desde lejos y le fastidie tener que oir que tan sólo estará 5 días (los fines de semana cuentan como día trabajado). Me dio una mezcla de rabia, impotencia y pena, pero no podía hacer nada.

Volví el fin de semana a Alicante, pues llevaba en Valencia desde el martes anterior. El lunes, último día que tenía que trabajar, me levanté a las 5 de la mañana para coger el coche y marchar a Aldaia, porque a las 8 tenía clase. Me llevé una maleta con algo de ropa a desgana, pero por si acaso, y menos mal que lo hice porque al final se obró el milagro: a la profesora a la que sustituía no le habían dado el alta, por lo que continuaba una semana más. La verdad que a priori no me lo tomé con el entusiasmo que se merecía porque me había pasado los días mentalizándome de que aquello se acababa ese mismo día. De repente me vino la imagen de una maleta en la que no había metido casi nada y de que no tenía alojamiento. Rápidamente me metí en internet y pude comprobar que justo al lado del instituto había un hostal. Llamé para preguntar si había sitio y tuve suerte, además, era un sitio barato. Problema solucionado.

Así me pasé toda la semana, en un hostal que al principio me pareció lo más cutre del mundo, pero del que luego estuve bastante satisfecha. Es que teneis que entender que el día que llegué lo hice asustada por tener que quedarme toda la semana y me metí ahí porque era la única opción factible en esos momentos. Vamos, como si me agarrara a un clavo ardiendo, y claro, me pareció un sitio cutre, oscuro y triste. Pero conforme pasaron los días me fui acostumbrando. No estaba tan mal. Por las mañanas me iba a trabajar y cuando llegaba por la tarde dejaba las cosas, me iba a comer al centro comercial y volvía para ver la tele de sobremesa, echarme un ratico la siesta y luego conectarme a internet en los ordenadores que había. Me aburrí en muchas ocasiones, pero como tuvimos una semana bastante ajetreada con exámenes, me tocó corregir. Encima eran redacciones y eso llevaba mucho más tiempo de corrección. Vamos, que me mantuve ocupada todo el tiempo.

El viernes, mientras me volvía a Alicante, me llamaron de la secretaría del centro para informarme de que le habían dado el alta a mi profesora. La verdad es que fue un fastidio, porque si la mujer hubiera ido al médico el lunes, yo habría cobrado el fin de semana y el lunes, es decir, 12 días de trabajo. Pero siendo así, únicamente constará en mi hoja de servicios que he trabajado 9 días. Además, si hubiera estado en el centro el viernes y hubiera recogido el papel de mi cese, podría haberlo tramitado en la Consellería y haberme incorporado a la bolsa el viernes, pudiendo ser llamada de nuevo ese mismo día para la semana siguiente. Pero como me había marchado ya, me tocó volver el lunes a Valencia y tramitarlo todo. Ahora he vuelto a la bolsa y tengo poca gente delante, con lo que imagino que este viernes volverán a convocarme. Cruzaré los dedos para que me manden a Alicante, que Valencia no me ha molado nada.

En fin, ha sido una buena experiencia. Dada mi condición de interina, me pueden llamar de cualquiera de las 3 provincias en esta comunidad. Ahora ya sé lo que supone que te llamen de Valencia. La próxima vez estaré más preparada para saber cómo desplazarme, cuándo, dónde poder quedarme, cómo tramitar papeles allí, etc. En cuanto a la experiencia docente, esta vez me ha tocado estar con grupos de Bachillerato, con lo cual los entiendo más y entiendo que sus necesidades educativas son distintas a las del alumnado de la ESO. También he tenido a grupos de la ESO, siendo tutora temporal de un grupo de 2º, con lo que también sé lo que se siente al ser tutora (un rollo repollo que espero no volver a repetir en muuuuuuuucho tiempo). Mi profesora era además jefa del departamento de inglés. Afortunadamente no me ha tocado meterme en esos fregados, porque no tengo experiencia suficiente para afrontar algo que requiere tiempo y dedicación, ya se encargaba otra profesora por mí. En cuanto a exámenes, me ha tocado corregir mil y una redacciones, entre otras cosas. Y, tal y como me sucedió el año pasado en Benidorm, por esta época eran los exámenes del nivel básico de la Escuela Oficial de Idiomas, que ahora se pueden hacer en el instituto. Pues bien, también me tocó corregir exámenes de esos. Vamos, que no he ganado para corregir exámenes de todo tipo. De eso también se aprende. En definitva, he aprendido de todo lo que he hecho durante esta fugaz estancia en Aldaia. Me llevo un buen recuerdo.

Pues nada, a ver ahora a dónde me vuelven a mandar :)